Sesión solemne del 14 de enero de 2021: celebración del Día de la Ciencia

VIDA ACADÉMICA

 

Sesión solemne del 15 de enero de 2021: celebración del Día de la Ciencia

Discurso del Dr. Cs. Luis Velázquez Pérez, Presidente de la Academia de Ciencias de Cuba

 

Solemn ceremony on the 15th of December, 2021: celebration of Science Day

Remarks by Luis Velázquez Pérez, Ph. D., D. Sc., President of the Cuban Academy of Sciences

 

 

Queridos colegas académicos, investigadores, profesores, estudiantes y todas las personas que de una manera u otra se vinculan con la actividad científica:

Existen acontecimientos que ocurren en las sociedades y que trascienden las diferentes épocas, ya sea por la historia que llevan implícita, por sus impactos directos en la sociedad, por su relevancia, o porque se convierten en hechos de obligada consulta y de reflexión, o porque nos señalan el camino o la ruta hacia dónde debemos dirigirnos para que la sociedad sea próspera y sostenible. Y se hacen más valiosos si nos dejan una vía para asumir los cambios renovadores, facilitando que el tiempo se convierta en el mayor innovador.

Uno de esos acontecimientos ha hecho que cada 15 de enero, en Cuba, la comunidad científica, académica, docente –y ya me atrevería a decir hoy que el pueblo en general– celebremos el día de la Ciencia Cubana. No es un hecho aislado o fortuito, sino que forma parte de un conjunto de acontecimientos sociales que están relacionados entre sí. La construcción de una sociedad basada en el conocimiento, teniendo como base su principal riqueza: el capital cognoscitivo, es el fruto de un país que apostó y apuesta por los hombres y mujeres de pensamiento y de ciencia. Muy temprano, Fidel pudo darse cuenta de que el desarrollo acumulado hasta aquel momento en materia de científicos, instituciones y de información era insuficiente en relación con la magnitud del proyecto revolucionario que la sociedad cubana necesitaba.

Ese discernimiento se acompañó de un grupo de acciones que marcaron una época, tales como la Campaña de Alfabetización, el aumento del número de maestros, escuelas, estudiantes, de la escolarización primaria y secundaria, de las universidades; la creación de nuevas instituciones, así como la formación y el entrenamiento de un capital humano. Todo ello tenía un propósito, que era fomentar el desarrollo de una sociedad nueva. Fidel lo dejó claro en su discurso de ese día al afirmar que “…los científicos, los investigadores, tienen todas las oportunidades, sobre todo, la gran oportunidad de que cada una de las cosas que realicen, cada uno de los esfuerzos que hagan, van a beneficiar directamente a su pueblo y a su patria.”

La historia nos ha dado la oportunidad y el privilegio de que ese discurso, ese llamado estratégico, fuera pronunciado en la Academia de Ciencias de Cuba, institución que tiene sus antecedentes en la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, fundada el 19 de mayo de 1861 en la capilla de la Real y Literaria Universidad de La Habana, la única real academia que existió en una colonia hispana y la primera academia del continente americano. Fue la principal institución científica de la nación cubana durante la segunda mitad del siglo XIX, y contó con brillantes científicos como Finlay, Poey, Albear, Reynoso, Albarrán, Gunlach, de la Torre, entre otros. Es la primera institución científica multidisciplinaria creada por la Revolución cubana en 1962.

Estimados académicos, científicos, colegas todos, desde este majestuoso paraninfo, recinto emblemático, sitio de reuniones de los científicos, lugar donde confluyen los hombres y mujeres de ciencia, los intelectuales, los académicos, donde se unen los talentos, se funden los conocimientos, se integran los saberes para analizar y discutir los temas de interés para el desarrollo de la nación, nos honra el mérito de celebrar el día de la ciencia cubana.

La vida nos puso en el camino uno de esos fenómenos azarosos, que ocurren muy aisladamente, tal vez, al decir del Director General de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom, de esos eventos que ocurren una vez por siglos y que sus efectos se harán sentir durante décadas. Nos referimos a la pandemia producida por el nuevo coronavirus, que ya ha afectado a 189 países, donde casi 90 millones de personas han enfermado y alrededor de 2 millones han fallecido. La humanidad sufre la peor crisis sanitaria de los últimos 100 años. Las economías han colapsado; la movilidad de los seres humanos se ha limitado significativamente las desigualdades sociales se evidencian considerablemente; los sistemas de salud de los países desarrollados han colapsado.

El año 2020 nos puso a todos a prueba, y ha quedado gravado en la historia de la humanidad, no solo por las grandes y desafiantes dificultades asociadas a la COVID-19, sino también por el progreso, la resistencia y el esfuerzo humano con que enfrentamos la pandemia.

La crisis de salud pública mundial puso a los científicos en el punto de mira internacional. La pandemia conllevó la necesidad de proporcionar información sobre aspectos clínicos, fisiopatológicos, epidemiológicos, tratamientos, así como avanzar en el desarrollo de vacunas a una velocidad nunca antes vista en la historia de la medicina mundial.

Por otra parte, el incremento de la expansión del virus, y con ello de la cantidad de sujetos infectados, demostró la necesidad de avanzar de manera más urgente en las investigaciones y de compartir sus resultados, lo que facilitó una ciencia abierta de emergencia. Ha sido un cambio de paradigma motivado por la necesidad en la inmediatez de las respuestas médicas. Esta es una lección aprendida que, como tantas otras, será necesario aplicar a otras enfermedades como las respiratorias, por las que anualmente mueren 8 millones de personas, o el cáncer, que provoca la muerte de unos 10 millones, e igual para otras crónicas no transmisibles, como las cardiovasculares, que matan a unos 18 millones de seres humanos. Ello facilitaría acciones globales para salvar miles de vidas. Por supuesto, siempre teniendo presente que a este tipo de ciencia debe caracterizarla un proceso riguroso, fiable y transparente.

En Cuba, se enfrentó la pandemia desde los primeros momentos y se logró su control, lo cual no significa que no enfrentemos nuevos retos de manera periódica, pero ya con una experiencia acumulada, que permite la adopción de nuevas medidas de control. Los científicos cubanos, los académicos, los profesores y la sociedad en general lograron la integración y la transdisciplinariedad en función de una meta común, donde la interacción del Gobierno con la ciencia ha estado en el centro de esta batalla. Ello ha garantizado la inmediatez en la toma de decisiones, el progreso de las investigaciones y la conexión de las investigaciones biomédicas y la asistencia médica, emergiendo como un modelo sin precedentes. Este modelo facilitó el desarrollo de acciones desde las comunidades, los centros de atención, institutos de investigaciones, empresas y universidades, para la aplicación de un protocolo de tratamiento que se actualiza con base en los resultados y la evolución de los sujetos atendidos. Un gran logro ha sido el desarrollo de medicamentos innovadores y de 4 candidatos vacunales que se encuentran en fase de ensayo clínico.

La Academia de Ciencias de Cuba (ACC) arriba a esta fecha con un incremento significativo de sus funciones consultivas, así como en su apoyo a las acciones de enfrentamiento a la COVID-19, actividades de promoción de las ciencias, creación de nuevas filiales, asesoría de los comité técnicos asesores (CTA) de las organizaciones superiores de dirección empresarial (OSDE) y los organismos de la administración central del Estado (OACE), participación de los programas priorizados de la dirección del país, el fortalecimiento de la revista Anales de la ACC, o actividades con organismos internacionales, como fue la creación del grupo de expertos para la consulta de la COVID-19, y también otras vinculadas con la atención a las jóvenes generaciones y el desarrollo de investigaciones en sujetos convalecientes.

Queremos aprovechar este día de la ciencia cubana para enviar un mensaje de felicitación y agradecimiento a todos los académicos cubanos, a nuestros jóvenes asociados, a toda la comunidad científica, a los profesores, estudiantes, miembros de las diferentes asociaciones científicas, a los cuadros de dirección y al pueblo en general, quienes han cambiado sus espacios de trabajo o han puesto en pausa otras investigaciones para salir al enfrentamiento de la pandemia de COVID-19. Un sincero agradecimiento a todos por sus contribuciones, por su consagración y compromiso. Me siento realmente orgulloso de ser parte de los científicos cubanos, de dirigir esta institución oficial del Estado cubano y de trabajar junto a personas que marcan la diferencia.

Los exhortamos a que sigamos en el camino de la integración, de la unión intersectorial y transdisciplinaria para lograr ese bloque científico sin límites ni fronteras entre nuestros conocimientos. Esta es la manera para seguir captando, sumando ideas, conceptos, siendo inclusivos, ampliando nuestra cooperación y sumando esfuerzos. Es la manera de pensar y de actuar como país y de asistir al llamado realizado por el Presidente actual, que ha ubicado a la ciencia en un lugar cimero. Hemos de andar todos unidos porque “es deber del hombre levantar al hombre”, como dijera nuestro héroe nacional. Esto es lo que nos permitirá alcanzar el objetivo común de estos tiempos: vencer la pandemia, mantener nuestra soberanía y avanzar hacia un país que viva de sus producciones científicas.

Terminaré con el llamado que Fidel hizo a la comunidad científica que se erigía en aquella etapa: “… es el minuto en que todas las inteligencias tienen que ponerse a trabajar, en que todos los conocimientos no son suficientes para la obra que se realiza y son necesarios más conocimientos: y así, el científico, como el artista, tiene hoy el escenario ideal donde su inteligencia y su talento pueden encontrar desarrollo pleno en busca de la verdad y del bien.”

Muchas gracias



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